Doble Cuántico o Yo Superior, ¿acaso no son lo mismo?
Publicado de Ricard Barrufet en Metafísica · 28 Marzo 2017
Hay un término acuñado recientemente bajo el nombre de “Doble Cuántico” o “Yo Cuántico”, con gran repercusión mediática en los últimos tiempos, que hace referencia a una parte de nuestro ser que estaría enviándonos información desde el futuro, para que las decisiones que tomamos en el presente sean lo más acertadas posibles.
Este concepto parte de la teoría del “desdoblamiento del tiempo” formulada por el físico francés Jean-Pierre Garnier Malet. La teoría de este doctor en física, especializado en la mecánica de los fluidos, nos dice que el tiempo posee instantes imperceptibles que mediante lo que él denomina “aperturas temporales”, se produce un continuo intercambio de información entre nuestro Yo del futuro y nuestro Yo del presente. Esta información sería lo que habitualmente conocemos por intuiciones o premoniciones.
La explicación a este fenómeno reside en la dualidad de la materia, una propiedad bien conocida y demostrada a nivel científico, que nos dice que una partícula elemental es a la vez corpuscular (cuerpo) y ondulatoria (energía). Somos capaces por tanto de ir a buscar informaciones a velocidades ondulatorias debido a que somos cuerpo y energía al mismo tiempo. Sería durante nuestro sueño paradoxal, la fase en la que estamos más profundamente dormidos y en la que nuestra actividad cerebral es más elevada, cuando se produciría lo que en física se conoce por hiperincursión; o sea, este intercambio de información entre nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo energético o doble cuántico.
Es decir, que según la física teórica todos tenemos acceso a nuestro futuro o, mejor dicho, a nuestros numerosos futuros potenciales, solo que al recibir toda esta información de manera subliminal mientras dormimos, a efectos prácticos apenas llegamos a ser conscientes de ello. Sin embargo, todas aquellas personas que suelen guiarse por la intuición en su toma de decisiones, estarán de algún modo haciendo uso de esta información, mientras que aquellas otras más racionales y analíticas que no otorgan credibilidad alguna a este tipo de percepciones, vivirán ajenos a esta realidad.
¿Acaso no guarda relación todo esto con el Yo Superior?
Este es, a mi modo de ver, un ejemplo más de la constante y progresiva aproximación que en las últimas décadas se está produciendo entre física y metafísica o ciencia y espiritualidad. Resulta cuanto menos paradójico, que aquello mismo que ya nos decían los místicos, eruditos y sabios de todos los tiempos acerca de nuestra realidad existencial, lo escuchemos ahora (aunque empleando otro lenguaje) en boca de los más eminentes físicos, matemáticos y cosmólogos de la actualidad a modo de primicia. Es para alegrarse en cualquier caso de que así sea, pues ello solo demuestra que estos dos senderos de conocimiento están cada día más cerca el uno del otro y ambos apuntan a un “Saber Supremo” que acabará uniéndolos definitivamente.
Somos seres multidimensionales, esto lo sabían los vedas hace miles de años. Es decir, que habitamos en distintos planos de existencia simultáneamente (el físico, el etérico, el emocional, el mental, etc.), pero nuestra consciencia permanece siempre anclada al cuerpo más denso que ocupamos, que en estado de vigilia es el cuerpo físico. Sin embargo, todas las energías procedentes de estas otras esferas de la realidad en las que también estamos presentes, son canalizadas y transferidas a nuestro cuerpo físico para que podamos expresarnos tal y como lo hacemos en nuestra vida cotidiana. Pero no es en ninguna de estas esferas “inferiores” donde se halla nuestro Yo Superior. Dado que su naturaleza es plenamente espiritual, solo aquietando la mente durante una meditación, sueño lúcido, viaje astral o en estado de hipnosis, lograremos trascender nuestra personalidad y conectar con esta parte de nuestro ser que está libre de egos y apegos.
El Yo Superior es un Yo profundo que está más allá del cuerpo y de la personalidad. Un Yo que no se identifica con ninguna faceta o expresión externa que nos pueda diferenciar de los demás, sino con el amor y la conciencia que reposa en lo más profundo de nuestro interior. Es esta esencia primigenia a la que también denominamos alma y que reside en un espacio dimensional atemporal (el plano causal), quien elabora el propósito de vida para cada encarnación.
Así es que la información que recibimos en el plano físico a modo de intuiciones y corazonadas, no es otra cosa que la interacción que existe entre nuestro Yo Superior y nuestro ser consciente (y egoico), como una llamada destinada a guiarnos a través de esa maraña de encrucijadas y posibles destinos por vivir, de entre los cuales tendremos que elegir, con el único objetivo de ayudarnos a cumplir con nuestra misión o programa de vida personal.
La cuestión es que tanto si hablamos del Yo Cuántico, del Yo Superior, del Maestro Interior o de la Voz de la Conciencia, estaremos haciendo siempre alusión a lo mismo: a nuestra esencia espiritual que viene una y otra vez a este mundo en busca de aquellas experiencias que le permitan crecer, evolucionar y ascender, siendo este el único modo de expandir nuestra conciencia hasta abrazar la Unidad. Esta integración del Ser en el Absoluto, es el fin último al que todos estamos llamados.
Autor: Ricard Barrufet Santolària