Hermetismo y Cábala, la Ciencia de lo Divino

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Hermetismo y Cábala, la Ciencia de lo Divino

Comprendiendo al Ser mediante el Árbol de la Vida Personal
Publicado de Ricard Barrufet en Cábala Práctica · 13 Diciembre 2017


El Hermetismo y la Cábala son parte de un mismo conocimiento eterno y atemporal, que siempre estuvo ahí, sencillamente porque forma parte de la vida mucho antes de que el ser humano llegara a poner los pies sobre la Tierra.

Lo primero que nos viene a la mente cuando hablamos de Hermetismo, es el nombre de Hermes Trismegisto. Este enigmático personaje, representado con cuerpo de hombre y cabeza de ibis por los egipcios, era Thot; el dios de las artes y las ciencias, del lenguaje, de la magia, de la música y de la escritura; así como el primer gran maestro de sabiduría para los griegos, discípulos de los egipcios, por considerar que fue él quien trajo al mundo la ciencia de lo divino.



 
Hermes pisó la Tierra mucho antes de que aparecieran los primeros faraones, en una época en la que los hombres se mezclaban con los dioses y el sacerdocio, la magistratura y la monarquía, formaban parte de un solo cuerpo gobernante. De ahí el calificativo de Trismegisto, “el tres veces grande”, puesto que además de rey, también fue un gran legislador y un sumo sacerdote.

Es por tanto a Hermes Trismegisto a quien se le atribuyen las 7 grandes leyes o principios universales que se recogen en el Kybalión, una obra anónima de finales del siglo XIX, que reúne estos axiomas de un modo extremadamente sintético, casi críptico; tal y como también ocurre con el primer texto cabalístico, el Séfer Yetsirah o Libro de la Formación, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos.



Hay quien sugiere que pudo ser la misma persona quien reveló ambas doctrinas a la vez, aunque quizás sean más las voces que apuntan al mítico Abraham, contemporáneo de Hermes, como al autor de este antiguo tratado, que muchos siglos después daría lugar a la Kabbalah, la Cábala hebrea o rama mística del judaísmo.

Así, todo aquel que sienta un verdadero interés por desentrañar los misterios de la Vida, acabará sin duda por toparse con el Hermetismo y con la Cábala, puesto que son dos ciencias esotéricas que nos hablan de una misma realidad: de la creación, ordenación y funcionamiento de la vida en toda su multidimensionalidad.

Veamos pues a continuación el significado de estas 7 grandes Leyes Universales o Principios Herméticos tan ampliamente difundidos, pero en esta ocasión, observando también ciertos principios cabalísticos que se aprecian en el Árbol de la Vida, el cual no deja de ser un diagrama energético perteneciente a la denominada Geometría Sagrada.





  1. Mentalismo. El Todo es Mente; el Universo es mental.

 
Este principio nos dice que Todo lo que existe proviene de una proyección mental, cuya energía se ha ido condensando progresivamente (a través de las 10 esferas del Árbol de la Vida) hasta acabar plasmándose en el plano físico como algo aparentemente sólido y compacto.

Podría decirse que vivimos inmersos en un gran holograma de creación mental, siendo esta la energía primigenia que emergió del Ayin (el vacío), cuando la existencia despertó del sueño de la inexistencia y una inteligencia inefable de infinito Amor y Sabiduría a la que solemos llamar Dios, quiso verse a sí mismo reflejado en la Creación.

A diferencia de lo que ocurre en los planos de manifestación física, donde toda creación requiere de materias primas que permitan su transformación en algo nuevo, como pueda ser la madera para la elaboración de muebles, o del cemento para construir edificios; la creatividad mental no requiere de ninguna sustancia primera para crear cualquier otra cosa. Sirvan de ejemplo los autores de cuentos y novelas que dan “vida” a un sinfín de personajes y escenarios a partir de un único elemento; su mente.



  1. Correspondencia. Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para consumar el milagro de la Unidad.


 
Este principio se explica muy bien con la denominada “geometría fractal”, donde cada parte de un Todo reproduce la totalidad a la que pertenece, solo que a una escala menor. Este es un fenómeno que no solamente se aprecia en el ámbito de las matemáticas, sino que también se observa en muchas estructuras de la naturaleza como los copos de nieve, algunas flores, hortalizas, algas, corales…, y en cierto modo también ocurre lo mismo con las células del cuerpo, pues a pesar de que puedan cumplir funciones muy distintas en el organismo, todas ellas poseen una misma información genética. También la Cábala contempla este mismo fenómeno de fractalidad, pues se dice que cada sefirá o esfera del Árbol, contiene un Árbol de la Vida completo en su interior.

Así entendemos que esta misma capacidad creadora que posee la Conciencia Cósmica o Dios para crear todo lo que existe, la posee igualmente el ser humano por ser este una pequeña réplica del mismo. Este es el macrocosmos y el microcosmos al que alude el célebre aforismo del oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”.



  1. Vibración. Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.


 
Este principio nos dice que Todo es energía vibrando a una determinada frecuencia e intensidad, que Todo está en continuo movimiento, que nada es fijo e inamovible y que Todo está sujeto al cambio, siendo paradójicamente la propia impermanencia lo único verdaderamente permanente.

En la actualidad sabemos que a nivel subatómico hasta las partículas elementales de las rocas no dejan de moverse, existiendo incluso una gran cantidad de espacio vacío en su interior. Este principio refuerza lo dicho anteriormente acerca de que nada es completamente sólido y compacte, e incorpora el concepto de “vibración”, el cual añade la existencia de una fuerza magnética resonante que agrupa las energías por afinidad vibracional.

Esto significa que cada pensamiento, cada sentimiento, cada emoción, cada palabra y cada acción, no solo posee una frecuencia vibratoria determinada, sino que genera una fuerza atractora destinada a agrupar otras energías del exterior que resuenen con esa misma frecuencia. Y como cada ley hermética viene a concretar un poco más lo dicho en leyes precedentes, la enseñanza esencial de este principio es que siempre es uno mismo el que crea su propia realidad.

En el Árbol Sefirótico vemos igualmente como cada esfera posee una vibración menor que la esfera de la que emanó, representando todas ellas las 10 dimensiones o aspectos objetivos del Ser, y cada uno de los 22 senderos que las unen, representan los aspectos subjetivos o actitudes que adoptamos ante la vida.



  1. Polaridad. Todo es dual; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades; todas las paradojas pueden reconciliarse.

 
Esta ley nos habla de dos fuerzas naturales que son opuestas y complementarias al mismo tiempo, debido a que ambas generan el flujo energético que da lugar a la vida. Un claro ejemplo es la inhalación y la exhalación, dos fuerzas opuestas que sirven a un mismo fin: Respirar. Lo mismo ocurre con los latidos del corazón y con otros muchos fenómenos naturales. Este principio de polaridad también se aprecia a simple vista en el Árbol de la Vida de la Cábala, donde el Pilar Derecho, abstracto y expansivo, requiere del Pilar Izquierdo, concreto y receptivo; para que la energía pueda expresarse de un modo equilibrado, coherente y armonioso.

De este modo, cuando nos posicionamos más en un pilar que en el otro, surge entonces la percepción de que algo es bueno o malo, justo o injusto, verdadero o falso…, cuando en realidad ello solo nos indica que nuestra percepción es incompleta.



  1. Ritmo. Todo fluye y refluye, todo tiene su periodo de avance y retroceso; todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.


 
La Ley del Ritmo siempre está presente en nuestras vidas, aunque a menudo esta nos resulte totalmente imperceptible. Sin embargo, así lo indican los denominados “ciclos circadianos”, que de manera gráfica muestran los periodos de mayor y menor actividad física, mental y emocional de cada ser humano, en los que siempre se repite la misma pauta ya que cada ascenso viene precedido de un descenso y viceversa. Estos ciclos naturales no pueden ser alterados voluntariamente, pero si previstos.

Así, quien conozca bien el funcionamiento de esta ley y de sus propios ritmos internos, podrá anticiparse a muchas subidas y bajadas energéticas, sabiendo hacer cada cosa a su debido tiempo. Pero esta ley no solo afecta a los procesos biológicos del cuerpo, sino que abarca todos los niveles de la Creación. Los ritmos y los ciclos están en todas partes: los vemos en las rotaciones y traslaciones planetarias cuyo efecto es el día y la noche, la subida y bajada de las mareas, las estaciones del año, las edades del hombre, las eras planetarias y así sucesivamente hasta que los perdemos de vista en la infinitud del tiempo y el espacio.

Este principio nos habla de la existencia de un orden global que rige todos los ciclos de la vida, del mismo modo que en la Cábala el término de Sefirá significa ordenación. Esta es una de las primeras lecturas interpretativas que suele hacerse del Árbol de la Vida, como una sucesiva secuencia de emanaciones que van condensando progresivamente la energía hasta alcanzar la última sephirá, Maljut, el Reino de Dios en la Tierra.



6. Causa y efecto. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley.



Esta es probablemente la ley más conocida de todas, una ley que de un modo u otro se menciona en los textos sagrados de todas las religiones bajo diferentes nombres: Ley del Karma, de Retribución Cósmica, de Justicia Universal, de Responsabilidad, de la Siembre y la Cosecha, entre otras; pero que en cualquier caso vienen a decir lo mismo: Que todo lo que hagamos en la vida acabará tarde o temprano por regresar a nosotros en su misma proporción y significado, puesto que el fin último de esta ley no es otro que el de restaurar el equilibrio perdido. De esto se desprende que las buenas acciones generan efectos positivos, las malas acciones efectos negativos y que nadie más que uno mismo es el responsable de los sucesos que tienen lugar en su vida. También la Cábala nos habla del mundo de las causas (Atziluth) y el mundo de los efectos (Assiah), entre los cuales se encuentran dos mundos intermedios (Briah y Yetzirah) que se corresponden con los procesos de transformación que hay entre cada causa y su efecto.

Sin embargo, como esta ley opera por igual en todos los planos de existencia sin verse interrumpida por ningún tipo de limitación espaciotemporal, es lógico que a menudo no seamos capaces de relacionar cada efecto con su causa y ello nos induzca a sentirnos víctimas de la injusticia. Pero cuando esta ley es bien comprendida, uno descubre que no puede haber mayor justicia que la que establece este Principio.

Y para que esta ley pueda ser bien comprendida, la Cábala, lo mismo que cualquier otra doctrina espiritual en su dimensión esotérica, contempla el concepto de “Transmigración de las almas” o Reencarnación, que en hebreo recibe el nombre de “Guilgulim”, puesto que sin esta premisa no sería posible enlazar todos los efectos con sus causas, sino que solamente podríamos hacerlo con las de la presente encarnación.



7. Género. El género está en todo; todo contiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos de la realidad.



Este principio suele confundirse con el principio de polaridad, debido a que es también habitual referirse a los polos positivo y negativo o activo y receptivo, como masculino y femenino. Sin embargo, la duda se despeja cuando entendemos que cada ser humano posee ambas polaridades (masculina y femenina) pero un solo género (el masculino o el femenino), de cuya Unión surge el milagro de la Vida.

También la Cábala estudia ampliamente todos los procesos de gestación y formación hasta el momento de dar a LUZ a un nuevo Ser, con género masculino o femenino, en función del tipo de experiencias que su alma se haya propuesto vivenciar.

Bien pues para terminar solo quisiera añadir que estas 7 grandes leyes herméticas contienen otras muchas de menor envergadura cuya finalidad es desplegar todo este conocimiento hacia cualquier área de la vida, del mismo modo que la denominada Cábala Práctica también pretende aplicar la ancestral sabiduría de la Cábala a la vida cotidiana para que esta no quede relegada a un mero saber teórico.

Autor: Ricard Barrufet Santolària
Ver vídeo en Youtube: https://youtu.be/XbXv627FnZY





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